Roque:
No soy tu amada y pronuncio tu nombre. Vos estás tan presente en este diminuto país, que año con año, celebran tu nacimiento y tu muerte.
No sé que pensás al respecto.
Ay Roque, si te contara todo lo que ha pasado desde que ensombrecieron tu oxigeno.
Las historias prohibidas del pulgarcito siguen brotando y como un colibrí indestructible vos estás presente.
Hace no muchos años mencioné la palabra injusticia en un verso y un señor autonombrado poeta dijo que hablar de ella había pasado de moda como si esa palabra de diez letras no tuviese peso sobre esta tierra incomparable.
Pues bien, te diré las palabras que ahora están de moda:
Maras, igualdad, cárcavas, cambio climático, cosas buenas, todos quieren contigo, facebook, subsidio del gas, renta, agujeros negros, tolerancia, maremotos, pintarse la cara color esperanza, recesión, recuperación del Centro Histórico, maquilas, twitter, salir del clóset, re ubicación de vendedores, ciudad mujer, call center, petróleo, solo me dejastes baby, entre otras.
Fíjate, nunca creí que estuvieses muerto, quizá, porque estar muerto es residir bajo tierra dentro de un ataúd incomodo y que nadie eche de menos tus palabras y tu nombre. No sé donde están tus huesos. No sé, si estuvieses acá, te hechizarían las nuevas voces que pretenden alzar la palabra. Muchos jóvenes ensayan seguir tus pasos y no llegan más allá de las tabernas y otros lugares. Pero, hay unos pocos que guardan silencio frente a la multitud, y hacen malabares para llevar el pan, que vos tanto reclamaste, a los dueños de nada y dueños de nadie.
El paisaje que vos conociste ya no es el mismo. Somos menos selváticos pero el canibalismo monetario está presente por todos lados. Los mayores dicen que estamos en crisis, época terrible, peor a la que vos te opusiste. Los pequeños infiernos ahora son gigantescos.
Para liberarnos un poco de tanta negrura, llevamos una ventana en el rostro
ella es mágica y nos enlaza con el mundo cubierto de azul y a lo lejos se escucha el sonar de las olas del mar. Y las mujeres quieren ser amadas junto a los pájaros...
Entrados los escasos años de adultez, descubriste al pobre poeta que eras vos.
Más tarde surgieron tus poemas clandestinos y poesía elegida. Seguramente antes de ellos confesaste algunos testimonios y publicaste poemas-antología que no pudiste guardarte porque una fuerza interna no te dejaba en paz.
Sabes, muchos jóvenes ya no creen en la palabra. Tristemente las acciones aterradoras del día a día nos niegan tener fe.
Tus compañeros de batalla ya no son los mismos. Algunos, los más aventajados, son los nuevos burgueses y se les olvidó porqué luchaban. La revolución colectiva ha muerto. Y si la revolución existiese quizá sería la revolución personal, nada más. Todo es cuestión de voluntad.
Aisladamente algunos entonan viejas canciones que hablan sobre la revolución, otros cuentas anécdotas ciertas o inciertas qué más da.
Pequeñísimas transiciones se lograron en los últimos años, pero no es suficiente. El amor se debate entre la vida y la muerte; la mayoría lucha contra sus propios demonios.
Sin tan solo pudiésemos: borrar la neblina que cubre nuestros más recónditos anhelos humanistas; contar con líderes sabios y transparentes; beneficiarnos con trabajos estables; caminar sin zozobra bajo el resplandor de la luna; y, llegada la mañana los ángeles fortalecieran nuestras tareas, a través de las mujeres y los hombres laboriosos. Si tan solo eso pasase, muchos volvieran a casa y la palabra hecha acción fuese nuestra mejor arma contra la negatividad.
"Ahí quedó la voz como camino.
El fruto
será más bello".
Atentamente,
A del Río.
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