martes, 10 de mayo de 2011

Carta a Roque Dalton

Roque:

No soy tu amada y pronuncio tu nombre. Vos estás tan presente en este diminuto  país,  que año con año, celebran   tu nacimiento  y tu muerte. 
No sé que pensás al respecto. 

Ay Roque,  si te contara todo lo que ha pasado  desde que  ensombrecieron tu  oxigeno.  
Las historias prohibidas del pulgarcito siguen  brotando y como un colibrí indestructible vos estás presente.


Hace no muchos años mencioné la palabra  injusticia en un verso y  un señor autonombrado poeta  dijo que hablar de ella había pasado de moda como si esa palabra de diez letras  no tuviese peso sobre esta tierra  incomparable.
Pues bien, te diré las palabras que ahora están de moda:
Maras, igualdad, cárcavas, cambio climático,  cosas buenas,  todos quieren contigo,   facebook, subsidio del gas,  renta, agujeros negros, tolerancia, maremotos, pintarse la cara color esperanza,  recesión, recuperación del Centro Histórico,  maquilas, twitter,  salir del clóset,  re ubicación de vendedores,  ciudad mujer, call center,  petróleo,  solo me dejastes baby,   entre otras.  

Fíjate,  nunca creí que estuvieses muerto, quizá,  porque estar muerto es residir bajo tierra  dentro de un ataúd incomodo  y que nadie eche de menos tus palabras y  tu nombre. No sé donde  están tus huesos.  No sé,  si estuvieses acá,   te hechizarían   las nuevas voces que pretenden alzar    la palabra. Muchos jóvenes ensayan seguir tus pasos y no llegan  más allá de las tabernas y otros lugares. Pero,  hay unos pocos que guardan silencio frente a la  multitud, y   hacen malabares  para llevar el pan,  que vos tanto reclamaste,   a  los  dueños de nada y   dueños de nadie.

El paisaje que vos conociste ya no es el mismo. Somos menos selváticos pero   el canibalismo monetario  está presente por todos lados.  Los mayores dicen que estamos en crisis,  época terrible,  peor a la que   vos  te opusiste.  Los pequeños infiernos ahora son gigantescos.
Para liberarnos un poco de tanta negrura,  llevamos una  ventana en el rostro
ella es  mágica y nos enlaza con el mundo cubierto de azul  y  a lo lejos se escucha el sonar de las olas del  mar. Y las mujeres quieren  ser amadas  junto a los pájaros... 

Entrados los escasos años de adultez,  descubriste  al pobre poeta que eras vos.
Más tarde surgieron  tus poemas clandestinos y  poesía elegida.  Seguramente antes de ellos confesaste algunos  testimonios    y publicaste   poemas-antología que no pudiste guardarte  porque una  fuerza interna no te dejaba en paz.
Sabes, muchos jóvenes ya  no creen en  la palabra.  Tristemente las acciones aterradoras del día a día nos niegan tener fe.
Tus compañeros de batalla  ya no son los mismos. Algunos,  los más aventajados,  son los nuevos burgueses  y se  les olvidó porqué luchaban.  La revolución colectiva  ha muerto. Y si la revolución existiese quizá sería la revolución personal, nada más. Todo es cuestión de voluntad. 
Aisladamente algunos entonan viejas canciones que hablan sobre la revolución, otros cuentas anécdotas ciertas o inciertas qué más da.

Pequeñísimas   transiciones se lograron  en los últimos años, pero no es suficiente. El amor se debate entre la vida y la muerte;  la mayoría  lucha contra sus  propios demonios.
Sin tan solo pudiésemos:  borrar  la neblina que cubre nuestros más recónditos anhelos humanistas; contar con líderes  sabios y transparentes;   beneficiarnos  con   trabajos estables; caminar  sin zozobra bajo el resplandor de la luna;  y,  llegada la mañana los ángeles fortalecieran  nuestras tareas,   a través de las  mujeres y los hombres laboriosos.  Si tan solo eso pasase,    muchos volvieran a casa y la palabra hecha acción fuese nuestra mejor arma contra la negatividad.  


"Ahí quedó la voz como camino. 
El fruto
será más bello". 


Atentamente, 
A del Río.

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